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Josefa González García "La tía Pepa" y la niña es Teresa González López de Nava, hija de Espiridión González García y Andrea López de Nava (ellas son la tía abuela y mamá de Miguel Romo González, papá de mamá Licha). En esta fotografía, aparece la tía Pepa que se quedó como tutora de los bienes de sus menores sobrinos.
LA PUNDONOROSA TÍA PEPA Y EL DESTINO FAMILIAR
Josefa González García. Fue natural de Teúl de González Ortega, Zacatecas. No sabemos aún porqué se decía que eran hermanos del General don Jesús González Ortega, es probable que hay algún parentezco. Era tía de mi bisabuela Teresa, que aparece en esta foto, con ella, hacia 1885. Según la tradición familiar, una parte de los González vinieron a Aguascalientes hacia 1845, siguiendo a Espiridión, al menor de todos, a quien la fortuna le sonreía en su oficio de Varillero, es decir y un comerciante ambulante o arriero de varilla.
Espiridión comenzó algo chico con el oficio, pues era arriador de mercadería y dependiente de un viejo tendejón de familia en el Teúl. Sin embargo, los continuos viajes a Guadalajara, Zacatecas o Aguascalientes para surtir la tienda familiar, le permitieron conocer el oficio. Inicialmente anduvo de mercante en los cañones de Jalpa y Juchipila, la barranca de Oblatos, rumbo a Ixtlahuacán y luego cayó a Aguascalientes, atraído por la pujanza de esa villita y la incipiente “función de San Marcos” que se celebraba alrededor del nuevo y reluciente Parián. Aquello era un verdadero panino para los comerciantes, carreteros, artesanos, fabricantes, agricultores, ganaderos y comerciantes de la región.
Ya para 1855, era dueño de un mesón de medio pelo en las goteras de Aguascalientes, que denominó “De los cinco señores”, a un lado de la garita a México, es decir, en las esquinas de las antiguas calles de El Obrador (hoy José maría Chávez) y Belaunzarán. Su casa estaba en la equina de las antiguas calles de La Real Cárcel (Hoy Calle Colón) y El Sol. Aún están en pié otras de sus casonas, como la que se encuentra en la esquina de Colón y Héroe de Chapultepec (antiguamente calle de la Astrea). No se tiene conocimiento de que haya poseido propiedades rurales.
Hacia la primera mitad del S. XIX, eran años llovedores y había buenas cosechas. Muchas haciendas y ranchos estaban en pleno auge, luego de que pasaban a nuevas manos: a las manos de la clase media pudiente o muy trabajadora. Espridión y Josefa tenían en el entrecejo un espíritu liberal y comulgaban con los de ese bando, de hecho amistaron con don Trinidad García de la cadena, viejo amigo de familia y paisano de ellos. Don Trino llegaba a Aguascalientes a su casa y hacía vida social con ellos.
En ese mesón ocurrieron muchas cosas que nuestra gente recordaba con fruición, allí llegaban de primera intención, las conductas y carretas procedentes de México o Guadalajara, vía Los Altos, y la gente ajetreada, hambrienta y aterrada rentaba cuarto con tina de baño de hojalata, para asearse y entrar a la ciudad. Decían que algunas gentes llegaban con calzado de camino o sobre-ropa y se cambiaban tras los biombos y manteados para hacer la llegada, con otro aspecto. Tenía nuestro viejo pariente en unos galerones virreinales, un tendajo de abarrotes, que era también cantina, ferretería y medio farmacia. Esa era la gente “decente”, pero también llegaba frecuentemente a la mezquitera del corral trasero del mesón, a beber pulque o tequila, gente de malísima catadura como, Gorgonio Esparza tristemente conocido como “el matón de Aguascalientes” o el torvo y malditísimo Juan Chávez, hijo bastardo, no reconocido y repudiado por su padre, el rico propietario de la hacienda de “Las Peñuelas”.
Esos ladrones cuerudos llegaban casi por asalto al mesón de mi tataragüelo don Espiridión a pedir de fiado, o amenazar de muerte si no se les daba lo que pedían. Decían que Juan Chávez era tan rejijo de la desgracia, que ya borracho amenazaba de muerte con el trabuco y pedía a los mocillos una palangana y luego ordenaba que se llenara de mezcal de Pinos y le daba de beber a su caballo, mientras reía a mandíbula batiente, junto con los de sus compinches de correrías, un mentecato conocido como "bueyes pintos". Poco después Chávez se declaró imperial, se unió a Bazaine y fue nombrado Gobernador de Aguascalientes, con apoyo de los conservadores, al grado que le decían “el ídolo de las beatas”.
Mi abuelo Miguel nos lo contaba, una y otra vez, al grado de no olvidarlo, que cuando entró Bazaine a Aguascalientes, la clase política liberal huyó a Zacatecas, pero apresaron a Espiridión que ingenuamente se quedó en su tienda y se neegaba a vender mercaderías a los suavos. Los fusilamientos y los juicios sumarios se multiplicaron y Espiridión permaneció varios mese encerrado en el convento de “San Diego, ya en capilla para ser pasado por las armas, por ser enemigo del imperio. Josefa, “La tía pepa”, valerosamente encabezó junto con otras mujeres la defensa de los detenidos, en su mayoría conocidos. Habló con Bazaine que se encontraba en la hacienda de “Malpaso”, cerca de Zacatecas, donde por cierto apresó al muy querido político juarista don José María Chávez y lo fusiló impíamente. Logró que liberaran a su hermano, creo que pagando un rescate. Años después y ya rico, allá por 1865, don Espiri, puso una farmacia y se hizo medio boticario.
Hacia 1880, una dama rica y hermosa (eso decían), le pidió “un específico de receta” para su esposo, un viejillo enfermo y achacoso y el boticario la preparó. El tipo aquel murió a luego, y mi tatarabuelo fue acusado ante la justicia de haberlo envenenado. Lo procesaron, pagó una multa grandísima y murió de pura tiricia (se fue haciendo sordo y cieguito muy rápidamente), por el descrédito que le había dejado aquel infortunio. Murió dejando muchas propiedades en el Barrio de “El Encino” y un capitalito nada despreciable de unos 20, 000 pesos en oro, que heredaron su viuda, su hermana y sus tres hijos.
Fue sepultado en una magnífica tumba de cantera, que quedó circunstancialmente al lado de la del prócer Don José María Chávez, en el antiquísmo Panteón del Señor de la Salud.
No hemos enontrado foto de Espiridión (dicen que era pelón y regordete, que había una daguerrotipo que se perdió hace como unos cincuenta años). Tenemos su Testamento, el inventario de mercancías de sus negocios es verdaderamente impresionante