- Inicie sesión o registrese para enviar comentarios
<Return to Acidfree Albums> <Return to Members Genealogical Scans> <Return to Familia Images-Info> <Return to Libro Efemerides> <Return to Perez-Gonzalez> <Return to Familia Olivar>
Gabina Bocanegra Macias
<Prev Libro Efemerides> <Next Libro Efemrides>
<Prev Perez-Gonzalez> <Next Perez-Gonzalez>
<Prev Familia Olivar> <Next Familia Olivar>
(Click on Image to Enlarge)
GABINA BOCANEGRA MACÍAS “Mamá Gabinita” Doña Gabina procede de una antigua familia de empleados y dependientes del Mayorazgo de Ciénega de Mata que históricamente estuvieron asentados en diversas estancias y haciendas de dicho latifundio. Don Fernando Bocanegra Montañéz, su abuelo, nació en la hacienda de La Punta en el año de 1784 y casó en Ciénega de Mata con Luz Martínez Aguiñaga, el 27 de Junio de 1804. De ese matrimonio nació Hilario, padre de Gabina, el 16 de Noviembre ...de 1806. Don Hilario tomó estado con doña Diega Macías, en Pinos el 9 de Febrero de 1831. Entre 1790 y 1820 se registró una notable movilidad de las familias que buscaban evadir la inseguridad que produjo la guerra de Independencia, pero también pretendían los nuevos empleos y nuevos desarrollos mercantiles, agropecuarios o mineros. Los Bocanegra, al igual que los González Hermosillo, los Carrillo, los Dávila y los Díaz de León, formaron parte de las servidumbres y fueron arrendatarios de montes y labores en diversas haciendas hasta que finalmente se fueron asentando ya como propietarios o ya como empleados, medieros o aparceros, en los ranchos y estancias particulares, como Preciado o La Montesa, que estaban siendo vendidas por las grandes haciendas. Es así, que hacia 1823 la familia Bocanegra había ya cambiado residencia alternadamente desde Ciénega de Mata a Pinos y de allí a la hacienda de Ojuelos, y finalmente a la hacienda de Buenavista, dejando el servicio de la casa Rincón Gallardo para pasar al servicio de la acaudalada familia de la Rosa. Este hecho quedó registrado históricamente puesto que ya viviendo en la hacienda de Buenavista, nació Gabina el 23 de Febrero de 1832. Sus hermanos fueron Valeriana (nació en 1836), Inocencio (1833), Plácida (1842), Cayetana (1840), María de Jesús (1836), Teodosio (1838) y Antonio. Los de la Rosa mantuvieron siempre un buen trato con sus empleados y llegaron a establecer parentescos espirituales con sus familias por medio del compadrazgo y los apadrinamientos. También mantuvieron una buena escuela y a ella asistían tanto sus niños como los hijos de algunos de los empleados. Desde luego, en aquel entonces no había programas escolarizados pero la enseñanza quedaba en manos de personas de cierta cultura e instrucción, de tal suerte que la joven Gabina obtuvo las primeras letras y a la postre desarrolló un notable gusto por la lectura y el conocimiento de la época. Era una muchacha de carácter agradable y firme: se le daba con facilidad la conversación, el canto, la declamación y tocaba la vihuela y el Arpa, eso no obstaba para no desarrollar las labores propias de las niñas y jóvenes como ordeñar, desgranar, hacer quesos de leche o de tuna y melcocha. Según la tradición familiar, Gabina llegó Montesa cuando si acaso tendría unos 15 años de edad y pronto se vio allí enseñando a leer y escribir a sus hermanos y primos. Unos cuantos años después, en Junio de 1852, contrajo matrimonio con don Antonio Díaz de León, quien era mayor que ella unos cuarenta años y había quedado viudo de doña Guadalupe Díaz de León Durante la invasión francesa, llegó a Montesa un enigmático personaje de origen europeo, don José Morett, quien habiendo vivido en Guadalajara y Zacatecas, se alojó en casa de don Antonio y Gabina acompañado de grandes baúles llenos de libros voluminosos y desconcertantes vestimentas de presbítero y arriero. Según él mismo decía, había huido de Guadalajara porque en una asonada de ladrones, de las que había muchas en aquel tiempo, habían allanado la casa de su hermana, donde él vivía y resulta y la habían quitado la vida, al igual que a su cuñado. Él pudo salvarse escapando por las tapias de su corral y huyendo disfrazado de arriero. Practicaba la Medicina, disciplina de la cual poseía amplios conocimiento y llegó a tener una extendida clientela en la región de Pinos, sin saberse hoy en día si era titulado o práctico. Era portador de una cultura superior y un refinado buen gusto por la Literatura y la Música. También gustaba beber del buen mezcal. Su estancia allí, si bien pudo haber sido de cinco o seis años fue tan venturosa como llena de misterios pues se decía que era un sacerdote de origen ultramarino que había dejado los hábitos y otros decían que era un súbdito francés perseguido tanto por el Imperio mexicano como por los republicanos reformistas. Hasta el momento es difícil desentrañar su misterioso origen. Lo cierto es que don José se convirtió en preceptor de la pequeña escuela de Montesa y dejó tras de su influencia una generación de jóvenes provincianos cuyo mundo intelectual se había ensanchado irremisiblemente. Desde ese entonces, jóvenes y señoras comenzaron a tocar instrumentos de cuerda como violín, la vihuela y el arpa criolla. Doña Gabina tocaba el arpa y solo lo hacía en tertulias familiares. Ese instrumento se popularizó poco después de consumada la Independencia. Al paso de los años don José se cambió a una casa propia, dejando el hospedaje que le brindaron por años los Díaz-Bocanegra. Procreó una hija natural con Silveria Torres, llamada Juan Mourett, a quien le dio el apellido y le heredaría su casa. Tan pronto como terminó la Intervención francesa, se fue para Zacatecas, desconociéndose su destino final. La descendencia de don José quedó en el rancho El Bautismo y lleva ahora el apellido García. Con Morett, obras clásicas de la literatura universal y las novedades del pensamiento ilustrado llegaron a Montesa. Hay libros de él que aún se conservan como tesoros familiares. Una de esas célebres obras bibliográficas es la Historia Natural de Georges Louis Leclerc, de cuyos 36 volúmenes publicados hacia 1789, doña Gabina solo pudo conservar algunos y por su medio ha llegado hasta nosotros el primer tomo. También se conservó por la familia Díaz de León, la edición madrileña de la obra El Mártir del Gólgota, y por parte de la familia González Díaz de León se conservaron cuatro pequeños devocionarios que son verdaderos tesoros bibliográficos puesto que se trata de las primicias editoriales que se hicieron en las imprentas independientes del primer tercio del Siglo XIX, tanto en Guadalajara, Aguascalientes como en Zacatecas. Esos eran “los libros de Mamá Gabinita”, como decían. La tradición oral de la familia González Díaz de León decía con verdadera convicción, que ellos eran parientes de don Francisco González Bocanegra, el autor del Himno Nacional, fundándose en el recuerdo de que familiares de ellos habían vivido desde finales del Siglo XVIII en la capital potosina. No se sabe a ciencia cierta si dicha tradición tiene sustento histórico, pero eso se nos platicaba con un orgullo mal disimulado. De aquella vieja familia de los Bocanegra se platicaba como consejo moralizante que uno de los hermanos de Gabina, Antonio, de 20 años, había llegado ya de noche a un paraje de Montesa y que allí estaban sus primos maloras desgüezándose una parranda, bebiendo mezcal y fumando. Que aquel joven e inocentón muchacho fue convidado a darle un buen trago a la castellana de refino y darle las tres a un buen cigarro de hoja. Antonio hizo ambas cosas casi a la vez y comenzó a toser, cortándosele el resuello hasta desfallecer amoratado, atragantado por el humo y los efluvios etílicos. Antonio murió retorciéndose horrorosamente en cosa de minutos ante el azoro de los circunstantes, asfixiado por aquel exceso. El trágico suceso familiar se recordaba una y otra vez y se usaba como ejemplo atemorizante para aquellos muchachetes alcabuceados que comenzaban a fumar o beber a escondidas: …los vicios matan, pero te puedes ir de un derrepente como Toño el atragantado... Decían los viejitos en tono de advertencia. También platicaban que algunas de las hijas de don Antonio y Gabinita habían salido muy bonitas al grado de que eran asediadas para noviazgo o matrimonio por parientes, conocidos y vecinos de la región y que una de ellas, muy jovencita aún y de excepcional belleza la había mordido un perro bravo de un rancho, destrozándole el mentón y la mejilla. A ella le decían “la media bonita”, pero nunca nos llegaron a mencionar el nombre de aquella muchacha. Existen diversas fotografías de esta matriarca de nuestra familia y se han reproducido a lo largo de los años con verdadera veneración y cariño por nuestros viejos parientes de los ranchos Montesa, Preciado, Las Fraguas, Granadas, Coyotes y El Bautismo. Doña Gabina falleció el año de 1918 en Preciado y se sepultó en al panteón de Montesa. Los archivos familiares han conservado un excepcional documento en el cual se da cuenta de los gastos funerarios y demás circunstancias al final de su vida. Doña Gabina Bocanegra es abuela materna de Avelina González Díaz de León.